Y es que había esperado tanto la primera lluvia del invierno
caer sobre ella, sentir las gotas salpicando sobre su cuerpo, alborotando su
cabello.
Si! como anhelaba que lloviera, saltar sobre los charcos de
agua, como si la niña en su interior volviera a nacer, le gustaba sentir el
frío que no estaba tan malo.
Amaba el invierno, amaba su forma griseasa, y la forma en
que desnuda los árboles y obliga a las personas a buscar calor.
Amaba su blanquecino color que al mirarlo le daba paz y
amaba su olor, ese que entra por nariz, invade los poros y hiela el cuerpo; que
aroma el que tiene invierno, que delicia la tierra mojada por la lluvia.
Estaba enamorada del invierno, era perfecto para ella, y no
entendía porque muchos preferían otras estaciones.
Y es que le parecía tan fácil amar la primavera, amar el
verano, y hasta el otoño podía ser admirado,
pero el invierno es incomprendido.
El invierno no sabe que es invierno, no se siente
melancólico y disfruta de ser blanco y opaco,
Sabe que los rayos de sol vendrán luego y le gusta amar su
momento.
Y ella esperaba tanto el invierno.
Le gustaba como el
color de sus mejillas y nariz se ponían cuando llegaba, amaba vestirse para la
ocasión y disfrutaba bailar bajo la lluvia de invierno.
Ella y el invierno se sentían dueños del mundo, ella sabía
que para poder ver el arcoíris debía apreciar la lluvia. Y el invierno de vez
en cuando dejaba que un rayo sol entrara tan solo para verla dibujar de
colores sus días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario