miércoles, 1 de febrero de 2012

Ya perdí la cuenta...

Otra vez! Como siempre pensando en lo que no existe 
y luchando por causas perdidas, 
que rayos! siempre me dijeron que soy una soñadora, 
pero es solo que a veces sueño tan alto que no puedo despertar.

Y heme aquí otra vez con el corazón en la mano, 
creyendo en hadas madrinas que vendrán a salvarme 
o por lo menos a curarme. 

Heme aquí una vez más con besos de colores, 
con un amor de tonalidades, 
con abrazos en degrade 
y sobre todo con un corazón que tiene tanto que darte.

Pero no estás y la verdad estoy empezando a creer que no existes, 
que solo eres producto de mi imaginación, 
y qué más da!, 
si ya perdí la cabeza, porque no perder el corazón? 
o es solo que nadie me lo quiere robar? 
a estas alturas hasta lo puedo regalar, 
tantos problemas que me atraído, 
tantas noches de sueños perdidos,
y quien sabe así tal vez por fin pueda despertar...

Las cosas de la vida...

Que tristes ver como el amor  se ha desvalorizado, ya nadie busca el amor verdadero mientras curvas y el dinero sube su demanda en el mercado.

Que indignante es ver como la justicia ahora ya no solo es ciega, sino también sorda y muda, mientras unos pagan los pecados de otros.

Que irritante es ver como a la libertad le cortan las alas y a nuestros sueños le ponen límites mientras nos quedamos sentados sin hacer nada...

simplemente viendo como la humanidad pierde su esencia.

Sin explicaciones...


Sin explicaciones, inesperadamente te colaste bien a dentro, llegando a donde nadie llego, recorriste mi ser por caminos nunca antes explorados y sin querer de repente un corazón sin latido, si primer bip dio. Los días fueron pasando, las noches sin fin y un amanecer perfecto fue lo que enamoro, me perdí en tu piel, en tu olor, en tu calor, simplemente perdí la razón. Sin pensarlo mi vida tomo un tono, tuvo un color, y cada estado era perfección, cada cosa tenía sentido, cada beso color, cada caricia su propio vibración. Juntos tu y yo la armonía perfecta, la luna llena, como dos almas libres destinadas viajar juntas… de repente… no sé cómo ni cuándo sucedió.. pero en la misma manera en que llego, todo cambio, el otoño le llego al amor, los colores se tornan oscuros y ahora te busco pero no te encuentro, te veo pero no te siento, no sé a qué momento del camino te perdí… ojala pasara pronto el invierno y volviera la primavera…

LA VERDADERA HISTORIA DE CANTUÑA.

Paseaba por la Venezuela y Mejía  un chico  galán y  muy codiciado como buen chulla quiteño piropiaba a todo lo que se movía; tenía una novia a la cual le había prometido casarse pero el construiría la iglesia digna para el demostrarle su amor. Un día su novia enfada de tanto esperar le puso fecha límite para terminar, sino lo dejaría para siempre. Él la amaba pero no quería dejar su vida de soltero, de todos modos se puso a terminar la iglesia antes del que el gallo cantara; al ver esclavizado desde ya pensó en  todo lo que tenia, mujeres, dinero, no necesitaba casarse, decidió robar la última piedra y huir, para así su alma liberar de un infierno matrimonial. Su nombre era Cantuña.

La sal quiteña empieza por donde se compra.

Entre tomates, moras, uvas y uno que otro dulce cantar de estos: “papaaaas, lleve la papa chola, papa buena, papa barata” se desarrolla la vida de un mercado en Quito.
Mientras los caseritos eligen y regatean la mejor opción, claro sin olvidarse de su buena yapita; las dueñas de los puestos nos hacen sentir como en casa con el mejor trato: “¿haber bonito que va llevar? ¿mi rreinata que va comprar?”.
Mientras los olores de las frutas y los colores de las verduras van iluminando nuestro caminar, voy pensando que solo en mi Quito esto puedo pasar…